Pasaron las fiestas navideñas, este año ha habido menos iluminación callejera debido a la crisis (eso dicen, aunque ya el año pasado hubo algún desacuerdo entre comerciantes y Ayuntamiento), la ciudad ha recuperado su aspecto apacible, su "aquinopasanada" o al menos nada escandaloso, como corresponde a una sociedad provinciana bienpensante y bienpareciente.Tras los Reyes, salta a prensa la detención de un funcionario municipal que cultivaba 63 plantas de marihuana en una de las naves municipales usada como almacen.
El sujeto era el encargado de dichas naves y poseia la unica llave de las mismas, había acondicionado unos armarios a modo de invernadero con focos y extractores.
Inmediatamente se le detuvo, quedó a disposición judicial saliendo al día siguiente bajo fianza en espera de juicio.
Alcaldía emitió un comunicado diciendo que se le suspendia de empleo y sueldo iniciando una apertura de expediente al trabajador en cuestión. Hasta aqui impecable.
Se han oido voces que decían que este trabajador no cumplía con su horario laboral, que no permitia a nadie el acceso a las naves...
La oposición (solo he oido la voz del PP) pide, con acierto a mi parecer, la dimisión del concejal correspondiente (Sr, Sanroman), pero lo pide, o bien en voz baja para cubrir el expediente o bien, sin ahondar en las razones de peso que denotan una mala gestión.
Así se hace la colada por aquí.
El "quid" del asunto no es que un individuo utilice las dependencias municipales para cultivar sustancias prohibidas, el nucleo de la trama es que el conseguir un puesto en la Administración, sobre todo en la local, provoca en muchos sujetos una ilusoria idea de inmunidad, una ridicula sensación de inconcreto poder, una alucinación, que a fuerza de no ser corregida, se arraiga, toma cuerpo y deviene en un delirio en toda regla.
La secuencia es la siguiente:
Tras opositar se obtiene un puesto, poco a poco se va arraigando el sentimiento de inmunidad apoyado en la costumbre (que ya se sabe que hace Ley) y las actuaciones de los compañeros (...ese siempre llega tarde, ha salido al festival de jota de su hija, los lunes tiene anginas...).
No sería justo decir que todo el mundo hace lo mismo, una gran mayoría de los trabajadores públicos son (somos) buenos y cumplidores, pero hay un sector que nos perjudica a todos y del que todos somos complices y el responsable es la Administración.
La estructura administrativa del Estado es piramidal y se organiza mediante categorias profesionales, a mayor categoría, mayor formación se exige, mayor remuneración se ofrece ... y lo que todos olvidan: mayor responsabilidad se adquiere, la propia y la derivada de las actuaciones de quienes están al cargo.
Por encima del funcionario de mayor categoría, siempre impera la decisión del politico de turno, que por supuesto, nunca asume nada, es mas, se pone flores por haber sorprendido al delincuente.
No se si sucede en mas lugares, pero aqui, yo tengo la sensación de que entre todos dejamos que se vaya llenando la olla, nos desentendemos del compañero o del mando intermedio que incumple su contrato laboral, lo criticamos con desprecio, pero no decimos nada, no es asunto nuestro, ¡con la de jefes que hay!
Subiendo en categoria y responsabilidad los funcionarios se amparan en el "nadie se queja formalmente, no puedo hacer nada".
Ese es el problema, nadie asume nada, porque se sabe, que cuando la patata ardiente llega al politico le corta la cabeza a quien se ponga a tiro y deja en pañales al épico Rámiro el Monje.
En esta estupenda época de crisis, propongo a la clase politica una revisión de los mecanismos de control, la responsabilidad en el ejercicio de lo público es la mejor forma de sanear el tejido social, de poner en el lugar adecuado valores fundamentales en un Estado de derecho.
Besitos responsables.

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